Duele ser mamá y no saber con exactitud qué decisión tomar.
Duele notar que a veces la decisión que creemos que es la mejor no es la indicada.
Duele no saber con certeza cómo educar a nuestros hijos.
Duele verlos llorar, patalear, frustrarse hasta el cansancio.
Duele no tener apoyo físico ni emocional en algunos momentos .
Duele escucharlos pedir disculpas, sabiendo de que el error es de nosotros mismos como padres.
Duele olvidarnos que son niños y qué nuestro objetivo principal es hacerlos felices.
Duele que no seamos padres perfectos. Pero más duele saber que nuestras decisiones y nuestro modo de ser influirá en el camino de ellos.
Duele ver cómo algunas madres no se preocupan por el bienestar físico ni emocional de su hij@.
Duele dejarlos por unas horas aún sabiendo que estarán en buenas manos.
Duele transmitirle lo mejor de nosotras mismas, aunque no nos sintamos bien emocionalmente.
Duele verlos enfermos ? y no poder hacer mucho para calmar su malestar.
Duele cuando se ilusionan con algo y no se lo podemos hacer realidad.
Duele hacerles saber muchas veces que los estamos escuchando o prestándole atención pero en realidad estamos concentrados en nuestros problemas.
Duele perder el tiempo en cosas que no sean ellos.
Duele, cada segundo duele más ser madre. Pero este dolor y amor ( y todas las emociones que experimentamos) es lo más maravilloso y asombroso que pueda transformarnos en alguien mejor solo para ustedes, nuestros hij@s.