El peor momento que consideró de la maternidad es cuando se enferman nuestros bebés.
Es un dilema. No sabemos qué hacer o qué no hacer aunque ya hayamos pasado por la misma experiencia.
En nuestras mentes llegamos a desear que todo vuelva a la normalidad cuanto antes. Qué esa medicina que le estamos dando a nuestros bebés sea efectiva para que pronto se encuentre con buenos ánimos y mejor salud. Deseamos que en un abrir y cerrar de ojos, este nuestro hij@ jugando, riendose y divirtiéndose como siempre.
Les confieso que ya he tenido mis primeras pataletas, dedicadas especialmente a mi mami y papi. Los miro, y se que no les gusta cuando me comporto así pero es mí forma de protestar. Como aún no se hablar bien me cuesta mucho decirles que quiero, que no, en que estoy de acuerdo, etc…
Ellos me comprenden siempre, pero ya hemos tenido nuestros primeros altercados porque yo también quiero expresar mi opinión.
He descubierto que para decir lo que pienso, puedo gritar, llorar, tirar lo que haya a mi alrededor (lo que mi mami me de para calmarme), entre otras cosas… pero cómo hago si apenas estoy descubriendo mis emociones (rabia, alegría, tristeza y miedo) y tengo que aprender a controlarlas.
Lucas, tiene casi 15 meses, se siente más grande y lo vemos más grande pero aún sigue siendo un Baby, mi Baby.
En este tiempo, mi sentido de alarma está más encendido, me preocupa que le pase algo malo, que se golpee fuerte, que no quiera comer, que no sea sociable, en fin. Muchas de esas preocupaciones están ligadas con mis miedos y con los patrones de desarrollo adecuados para su edad. Y es que la verdad, al ser padres primerizos nos llenamos de dudas: «será que hace lo mismo que los otros niños de su edad, será que está atrasado, le falta mayor estimulación, o le falta socializar más, será que está adelantado»… muchos SERÁS. Pero en realidad, olvidamos que aunque el crecimiento y el desarrollo de todos los niñ@s siguen patrones similares, cada niñ@ se desarrolla a su propio ritmo. Cada niñ@ es diferente. Quizás tengan la misma edad, hasta hayan nacido el mismo mes, pero su proceso es completamente diferente.
Sí mamá, así como lo escuchas: «ya estoy grande». Tengo 12 meses, ya pase de ser un bebé a ser un niño grande.
Grande me considero porque a diferencia de los bebés, soy más independiente, ya sé que cosas me gustan y que cosas no. Sé que me falta descubrir y aprender muchas cosas. Pero con las que ahora sé, me siento un niño grande.
Cuando estaba embarazada me imaginaba sí iba a ser lo suficiente lechera para alimentar a mi bebé. Tuve muchas ideas erróneas sobre el porque algunas mujeres sí logran alimentar a sus bebés y otras no. Una de ellas era la siguiente: «sí una mujer tenía los senos pequeños no iba a producir suficiente leche».
Durante el embarazo me preocupe mucho y sinceramente le pedí a Dios que me ayudará o me brindará las herramientas para convertirme en una mamá lechera. Les confieso, que aunque creí que podía ser una mamá lechera siguiendo las recomendaciones brindadas, no estaba del todo segura, y rondaba más en mi cabeza mi idea errónea de que no iba a ser capaz 🙁
Definitivamente, ser mamá es mi mejor profesión.
Esto lo digo por experiencia propia, lo estoy viviendo en estos momentos y no me cambio por nada ni nadie jeje.
Ya hoy tengo 3 meses, en este tiempo he aprendido muchas cosas gracias a mi mamá y a mi papá.
Todavía no conozco el significado en sí de la palabra felicidad, pero puedo decir que soy un bebé feliz. Creo que la ventaja de que mis padres sean primerizos hace que estén atentos y muy pendientes a mí, tanto que a veces exageran un poco, pero han aprendido a tener un equilibrio a pesar de los comentarios o sugerencias que reciben a diario.
Lo confieso, muchas veces he necesitado ayuda, pero aunque suene arrogante o cualquier término negativo, prefiero hacerlo yo sola. Y no es que no me guste que me ayuden, no! es que en realidad quiero aprender, disfrutar y vivir el día a día con mi bebé.
Es impresionante que disfrute tanto esta etapa en mi vida, que me olvide de los días, las horas y sobretodo las madrugadas (es lo que más me ha costado acostumbrarme).
Siento qué el tiempo pasa volando, el día no dura nada, tanto es así que me toca disfrutarlo al máximo. Disfrutar cuando esta despierto y atento, hablarle, enseñarle cosas de acuerdo a su tiempo de vida. Fortalecer nuestro vínculo cada día. Demostrarle todo mi amor por segundos. Estar allí presente cuando despierta y antes de necesitarme.